Fluctuando, las aguas del río nocturno chorreaban gotas gélidas de alientos perdidos sobre mi cabeza, almas rotas que pedían un descanso a su lamento sin final...
Rudos caballeros con brillantes armaduras rompían los espejos de la vergüenza, dónde solo existen los pecados y la fantasía es el máximo exponente de la realidad.
Entregamos la llave de nuestras emociones a la razón, y ésta nos encierra en la cárcel de la penumbra para siempre. Alas rotas, corazón vacío.
x.o.x.o.
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